Cuenta una leyenda hebrea que Noé subió a su arca, con motivo del diluvio, a todos los animales. A los gatos no los embarcó, pues no existían. Allí había ratas y ratones, que se pasaban la mayor parte del tiempo comiendose la comida del bueno de Noé.
Éste, molesto, pidió a Dios que le mandara algún remedio para resolver el problema. El Señor escuchó su plegaria y le indicó que debía acariciar tres veces la cabeza del león. Este último estornudó y de las narices del felino salieron diminutos gatitos, que enseguida comenzaron a cazar. Los ratones y las ratas se ocultaron en los agujeros, lugar preferido para defenderse del gato.
- ¡Menos mal, buen Dios!—, exclamó, satisfecho, Noé.
Eduardo Galeano
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Esta parte reservada del ciberespacio siempre se ha nutrido de tus palabras
paganas. Se te echará de menos.
Hasta siempre Eduardo!
Hace 8 años.
1 comentario:
Qué linda leyenda!! Se la voy a contar a todos los que despotrican contra ellos
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