26 diciembre 2005

La flor de la Añañuca


Monte Patria es la cuna de la flor regional: La Añañuca. En sus laderas floreció el copihue nortino, y con ello una leyenda que ha inspirado a muchos poetas. De antaño, cuando el Monte Grande de la tierra alta todavía se llamaba Monterrey, vivía en sus vecindades una hermosa joven india llamada Añañuca.

Los mozos se hacían lenguas ponderando sus virtudes. Mas, ninguno había podido conquistarla, y eso le daba nombradía. Cierto día llegó por los contornos un gallardo minero, que dijo buscar derroteros auríferos por Campanario adentro, de donde venía ahora para reponer fuerzas y acumular pertrechos.

Verse y enamorarse fue una sola cosa. Añañuca supo que había encontrado al hombre soñado y éste, a su vez, sintió que un brote sedentario lo mantendría a su lado. Así fue como se casaron e iniciaron una vida grata y feliz, que tornó más radiante y hermosa a la muchacha, al paso que su esposo trocó la barreta por azada y amplió los sembradíos de un campito logrado en una sombra patronal del medio.

Pero, una noche en sueños, el mozo tuvo una visión: la huella clara de una veta por vallecito; un reventón de oro. La tan buscada veta estaba a su alcance. Sin decirlo a nadie, adoptó la decisión de subir a la montaña y verificar aquello. Por este motivo, días después dejó su tibio lecho y, sin más aviso, rumbeó por el Ponio arriba, como alucinado.

Ese mismo día, la cordillera desató uno de sus más fieros temporales. Todo se cubrió de nieve. Del minero nadie supo dar noticias y, pese a que los baqueanos recorrieron los portezuelos de abrigo, jamás nadie pudo dar con él. La moza lo esperó y lo esperó con una tristeza que fue aumentando y consumiéndola a ojos vista. Todos los vecinos supieron, entendieron y respetaron su dolor. Éste fue tan grande que, a los pocos meses, le causó la muerte.

Ésta le vino en un día de lluvia suave y persistente, que se mantuvo hasta la hora en que la llevaron cerro arriba, hasta la colina, para depositar su cuerpo en una fosa nueva abierta en la explanada. Allí quedó. A la mañana siguiente, al abrir el sol, una noticia corrió como reguero de pólvora: en torno a la sepultura, y por toda la planicie, había brotado una gran cantidad de flores semejantes al copihue, pero de un tono más suave y armonioso.

Eran flores que nunca antes nadie había visto por el lugar. Los serranos la ponderaron como la flor de la Añañuca, y así la conocemos hasta el día de hoy, naciendo a comienzos de cada primavera, después que la lluvia benefactora ha caído sobre el Norte Chico chileno.



(leyenda del Norte de Chile)


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22 diciembre 2005

La mujer xtabay


Dice la leyenda que la mujer xtabay es la mujer hermosa, inmensamente bella que suele agradar al viajero que por las noches se aventura en los caminos del Mayab. Sentada al pie de la más frondosa ceiba del bosque, lo atraé con cánticos, con frases dulces de amor, lo seduce, lo embruja y cruelmente lo destruye. Los cuerpos destrozados de esos incautos enamorados aparecen al día siguiente con las más horribles huellas de rasguños, de mordidas y con el pecho abierto por uñas como garras. Muchos ladinos, gentes que desconocen el origen verdadero de la mujer Xtabay, han dicho que es hija del Ceibam que nace de sus torcidas y serpentinas raíces pero eso no es verdad, la auténtica tradición maya dice que la mujer Xtabay nace de una planta espinosa, punzadora y mala y si es que la Xtabay aparece junto a las ceibas, es porque este árbol es sagrado para los hijos de la tierra del faisán y del venado y muchas veces en cobijo y sombra, se acogen bajo sus ramas, confiados en la protección de tan bello y útil árbol.
Vivían en un cierto pueblo de la península yucateca dos mujeres siendo el nombre de una de ellas Xkeban o mejor decir su apodo ya que Xkeban quiere decir prostituta, mujer mala o dada al amor ilícito. Decían que la Xkeban estaba enferma de amor y de pasión y que todo su afán era prodigar su cuerpo y su belleza que eran prodigiosos, a cuanto mancebo se lo solicitaba. Su verdadero nombre era Xtabay. Muy cerca de la casa que ocupaba esta bellísima mujer, habitaba en otra casa bien hecha, limpia y arreglada continuamente, la consentida del pueblo que llamaban Utz-Colel, que en la traducción hispana sería mujer buena, mujer decente y limpia. Erase esta mujer la Utz-Colel, virtuosa y recta, honesta a carta cabal y jamás había cometido ningun dezlis ni el mínimo pecado amoroso. La Xtabay tenía un corazón tan grande, como su belleza y su bondad la hacía socorrer a los humildes, amparar al necesitado, curar al enfermo y recoger a los animales que abandonaban por inútiles. Su grandeza de alma la llevaba hasta poblados lejanos a donde llegaba para auxiliar al enfermo y se despojaba de las joyas que le daban sus enamorados y hasta de sus finas vestiduras para cubrir la desnudez de los desheredados. Jamás levantaba la cabeza en son altivo, nunca murmuró ni criticó a nadie y con absoluta humildad soportaba los insultos y humillaciones de las gentes. En cambio bajo las ropas de la Ut-Colel se dibujaba la piel dañina de las serpientes, era fría, orgullosa, dura de corazón y nunca jamás socorría al enfermo y sentía repugnancia por el pobre. Y ocurrió que un día las gentes odiosas del pueblo no vieron salir de su casa a la Xkeban y supusieron que andaba por los pueblos ofreciendo su cuerpo y sus pasiones indignas. Se contentaron de poder descansar de su ignominiosa presencia, pero transcurrieron días y más días y de pronto por todo el pueblo se esparció un fino aroma de flores, un perfume delicado y exquisito que lo invadía todo. Nadie se explicaba de dónde emanaba tan precioso aroma y así, buscando, fueron a dar a la casa de la Xteban a la que hallaron muerta, abandonada, sola. Más lo extraordinario era que si la Xkeban no estaba acompañada de personas, varios animales cuidaban de su cuerpo del que brotaba aquel perfume que envolvía al pueblo. Entrada la Utz-Colel dijo que esa era una vil mentira, ya que de un cuerpo corrupto y vil como el de la Xkeban, no podía emanar sino podredumbre y pestilencia, más que si tal cosa era como todos los vecinos decían, debía ser cosa de los malos espíritus, del dios del mal que así continuaba provocando a los hombres. Agregó la Utz-Colel que si de mujer tan mala y perversa escapaba en tal caso ese perfume, cuando ella muriera el perfume que escaparía de su cuerpo sería mucho más aromático y exquisito. Más por compasión, por lástima y por su deber social, un grupo de gentes del poblado fue a enterrar a la Xkeban y cuéntase que el día siguiente, su tumba estaba cubierta de flores aromáticas y hermosas, tan tapizado estaba el túmulo que parecía como si una cascada de olorosas florecillas hasta entonces desconocidas en el Mayab, hubiera caído del cielo. La tumba de la Xkeban duró todo el tiempo florecida y olorosa.
Poco después murió la Utz-Colel y a su entierro acudió todo el pueblo que siempre había ponderado sus virtudes, su honestidad, su recogimiento y cantando y gritando que habia muerto virgen y pura, la enterraron con muchos lloros y mucha pena. Entonces recordaron lo que había dicho en vida acerca de que al morir, su cadáver debería exhalar un perfume mucho mejor que el de la Xkeban, pero para asombro de todas las gentes que la creían buena y recta, comprobaron que a poco de enterrada comenzó a escapar de la tierra floja, todavía, un hedor insoportable, el olor nausabundo a cadáver putrefacto. Toda la gente se retiró asombrada.
En su idioma maya dicen los viejos que aún cuentan la historia con todos los detalles que debió ocurrir en la leyenda, que hoy la florecilla que naciera en la tumba de la pecadora Xkeban, es la actual flor Xtabentún que es una florecilla tan humilde y bella, que se da en forma silvestre en las cercas y caminos, entre las hojas buidas y tersas del agave. El jugo de esa florecilla embriaga muy agradablemente, como debió ser el amor embriagador y dulce de la Xkeban. Tzacam, que es el nombre del cactus erizado de espinas y de mal olor por ambas cosas, intocable, es la flor que nació sobre la tumba de la Utz-Colel, es la florecilla si bien hermosa sin aroma alguna y a veces de olor desagradable, como era el carácter y la falsa virtud de la Utz-Colel. No es pues la Xtabay, la mujer mal que destruye a los hombres después de atraerlos con engaños al pie de las frondosas ceibas, pero puede ser otro de esos malos espíritus que rondan por la selva al acecho del peregrino que cruza los caminos aún poblados de superstición y de leyenda. Puede ser el alma errante de una de tantas vírgenes sacrificadas a la orilla del cenote sagrado, puede ser la vaporosa figura de una mujer que llora el engaño del amado. Pero la Xtabay, jamás!
Esto dicen los mayas, esto han contado y seguirán contando los hombres de esa tierra en donde conservan el ritual de un relato y defienden sus costumbres de una intromisión que aniquilo su cultura.
(leyenda Maya)


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21 diciembre 2005

Las cinco águilas blancas



Según la tradición de los Mirripuyes , fue Caribay la primera mujer. Era hija del ardiente Zuhé (el Sol) y la pálida Chía (la Luna). Era considerada como el genio de los bosques aromáticos. Imitaba el canto de los pájaros y jugaba con las flores y los árboles. Una vez Caribay vio volar por el cielo cinco águilas blancas y se enamoró de sus hermosas plumas. Fue entonces tras ellas, atravesando valles y montañas, siguiendo siempre las sombras que las aves dibujaban en el suelo. Llegó al fin a la cima de un risco desde el cual vio como las águilas se perdían en las alturas. Caribay se entristeció e invocó a Chía y al poco tiempo pudo ver otra vez a las cinco hermosas águilas. Mientras las águilas descendían a las sierras, Caribay cantaba dulcemente. Cada una de estas aves descendieron sobre un risco y se quedaron inmóviles. Caribay quería adornarse con esas plumas tan raras y espléndidas y corrió hacia ellas para arrancárselas, pero un frío glacial entumeció sus manos, las águilas estaban congeladas, convertidas en cinco masas enormes de hielo. Entonces Caribay huyó aterrorizada. Poco después la Luna se oscureció y las cinco águilas despertaron furiosas y sacudieron sus alas y la montaña toda se engalanó con su plumaje blanco. Éste es el origen de las sierras nevadas de Mérida. Las cinco águilas blancas simbolizan los cinco elevados riscos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas nevadas son el furiosos despertar de las águilas, y el silbido del viento es el cano triste y dulce de Caribay.

(leyenda Venezolana)

Fuente: http://www.geomundos.com


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20 diciembre 2005

La diosa de la Barranca


Martli-xotchil Acal-xubj —azucena tersa y tan pura que cualquier mirada indiscreta tiende a marchitarla— languidece entre sollozos.

Su cuerpo se agita cual nerviosa gota de rocío dentro del ancho jade de una hoja de danta.

Como princesa del Tenderí ha sido dedicada de por vida al culto de Xipaltomal, la diosa virgen que exige castidad. Pero Martli-xotchil Acal-xubj fue profanada un día por los ojos de azabache de Tezic, un guerrero hermoso y valiente, pero sin ascendencia divina. Aunque es un héroe de la tribu, Tezic es un pobre mortal.

De la boca rosa encarnada de la princesa no pueden brotar mentiras, de modo que su padre, el cacique Necuderit es conocedor de la pasión que Tezic ha despertado en su hija. En trance tan doloroso convoca a su monéxico. Los ancianos también aman a Martli-xotchil Acal-xubj, pero tienen que castigar aquel incipiente pensamiento impuro. Los códices dicen que la pena que se debe aplicar a la princesa es el destierro, y los viejos lloran igual que los antiguos robles legañosos de Dipilto al tener que comunicar a su princesa y sacerdotisa el veredicto: “Tendrás que permanecer durante toda tu vida más allá de los límites del Tenderí, en el Cerro de la Barranca, desde el cual a lo lejos podrás mirarlo”.

Martli-xotchil Acal-xubj se fue acongojada por el camino que lleva a Masaya. Los tenderises la vieron perderse en el primer recodo y quedaron desde entonces con el rostro triste.

De aquel tiempo hacia acá camina la leyenda.

Martli-xotchil Acal-xubj vio pasar los años, y si bien tenia que envejecer, Xipaltomal le concedió la gracia de rejuvenecer por momentos, cuando ella así lo deseara. Aunque vivia a media legua del pueblo, ella era el don del Tenderí, el espíritu que vigila, la deidad que ama, cuida y castiga a los suyos.

De la Barranca bajan armonías divinas que sólo los escogidos pueden escuchar. Es la princesa que llora cantando. En la cumbre del cerro está su casa que sólo los elegidos pueden ver. Y sólo ellos pueden mirar a Martli-xotchil Acal-xubj.

La princesa puede aparecer con toda la divina belleza de su juventud, o como la cuasi momia horrorosa y decrépita que es. Sale al camino para salvar y aconsejar al bueno, o para perder y “juzgar” al malo.

Pero no sale de repente, no es su intención sorprender, sino que el vidente bendito o maldito la ve venir a lo lejos, sobre el camino. Si viene juvenil y esplendorosa el alma del mortal se ensancha de regocijo y felicidad a cada paso que avanza hacia ella. Si se aproxima como bruja, los cabellos de la víctima se erizan, se desgonzan las piernas, y sobre la frente corre un sudor de alquitrán congelado que quema y aterroriza.

(leyenda Nicaraguense)

Fuente: http://www.manfut.org/


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19 diciembre 2005

El regalo de Nguenechén


Desde que Nguenechén los puso en el mundo, los mapuches veneraron el Pehuén, la araucaria patagonica, el árbol extraordinario que se yergue solamente en las laderas y los valles del Neuquen. Debajo de su sombra generosa, junto al grueso tronco, se reunían los grupos a rezar, brindaban sus ofrendas de carne, sangre y humo, y colgaban de sus fuertes ramas regalos de agradecimiento.El invierno, muy crudo, estaba durando demasiado, y la tribu se había quedado sin recursos: los ríos estaban helados, los pájaros habían emigrado y los arboles esperaban la primavera. La tierra se encogía debajo de la nieve. Muchos resistían el hambre, pero los chicos y los viejos se morían. El gran Chau no escuchaba las plegarias, también Él parecía dormido...Entonces se tomo una medida desesperada: el toki decidió que los jóvenes se dispersaran, que se fueran lejos hasta encontrara alimentos, que cada cual buscara, por donde le pareciere, bulbos, bayas, hiervas, cualquier grano o raíz, y los trajeran al campamento.Hubo un muchacho que, muy alejado de su ruca, recorría una región de montañas arenosas y áridas, barridas sin tregua por el viento. Volvía hambriento y aterido, con las manos vacías y la vergüenza de no haber encontrado nada para llevar a casa cuando, después de una loma, un viejo desconocido se le puso a la par.Caminaron juntos un buen rato, y el muchacho le hablo de su tribu, de sus hermanitos, de los enfermos, de los que tal vez ya no volvería a ver cuando llegara.El viejo lo miro con extrañeza y le pregunto:- No son suficientemente buenos para ustedes los piñones? Cuando caen del Pehuen ya están maduros, y con solo una cápsula se alimenta una familia entera.El muchacho le contesto que siempre habían creído que Nguenechén prohibía comerlos, que resultaban venenosos y que, además, aprecian tan duros...Entonces el viejo le explico que a los piñones había que hervirlos en mucho agua o tostarlos al fuego, y que en invierno había que enterrarlos para preservarlos de la helada. Y apenas le hubo dado estas indicaciones, se alejo.El muchacho siguió su camino pensando en lo que había escuchado: Era posibles que la comida hubiese estado siempre al alcance de la mano? Acaso no sabían todos, desde siempre, que no se puede comer el árbol sagrado?Apenas llego al bosque busco bajo los arboles, entre la helada, allí donde en verano crecen las pequeñas violetas amarillas, todos los frutos que encontró, y los guardo en su manto. Corriendo como podia, los llevo ante el Toki y le contó las instrucciones del viejo.El jefe escucho atentamente, se quedo un rato en silencio y finalmente dijo:- Ese viejo no puede ser otro que Nguenechén, nuestro gran Chau, que bajo otra vez para salvarnos. Vamos, no desdeñemos este regalo que nos hace.La tribu entera participo de los preparativos de la comida. Muchos salieron a buscar mas piñones, se acarreo el agua y se encendió el fuego. Después tostaron, hirvieron y comieron las semillas dulces el fruto dorado. Fue una fiesta inolvidable.Se dice que, desde ese día, los mapuches nunca mas pasaron hambre. Inventaron las tortillas de harina de piñón y la chicha que llamaron Chawü. E inauguraron una tradición: el gran viaje de recolección de principios del otoño, cuando grandes grupos se reunían en los bosques de Pehuén a juntar la reserva para el invierno y agradecían a Nguenechén haberlos salvado de la hambruna.Y todos los días, a la hora de rezar, cuando un mapuche se para frente al sol naciente y extiende hacia el su mano limpia y abierta, lleva en ella una ramita de Pehuen y dice:
A ti que no nos dejaste morir de hambre,

A ti que nos diste la alegría de compartir,
A ti te rogamos que no dejes morir nunca al Pehuen,
El árbol de las ramas como brazos tendidos.
(leyenda Mapuche)


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16 diciembre 2005

La leyenda del maíz


Cuentan que antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas sólo comían raíces y animales que cazaban.
No tenían maíz, pues este cereal tan alimenticio para ellos, estaba escondido detrás de las montañas.
Los antiguos dioses intentaron separar las montañas con su colosal fuerza pero no lo lograron.
Los aztecas fueron a plantearle este problema a Quetzalcóatl.
-Yo se los traeré- les respondió el dios.
Quetzalcóatl, el poderoso dios, no se esforzó en vano en separar las montañas con su fuerza, sino que empleó su astucia.
Se transformó en una hormiga negra y acompañado de una hormiga roja, marchó a las montañas.
El camino estuvo lleno de dificultades, pero Quetzalcóatl las superó, pensando solamente en su pueblo y sus necesidades de alimentación. Hizo grandes esfuerzos y no se dio por vencido ante el cansancio y las dificultades.
Quetzalcóatl llegó hasta donde estaba el maíz, y como estaba trasformado en hormiga, tomó un grano maduro entre sus mandíbulas y emprendió el regreso. Al llegar entregó el prometido grano de maíz a los hambrientos indígenas.
Los aztecas plantaron la semilla. Obtuvieron así el maíz que desde entonces sembraron y cosecharon.
El preciado grano, aumentó sus riquezas, y se volvieron más fuertes, construyeron ciudades, palacios, templos...Y desde entonces vivieron felices.
Y a partir de ese momento, los aztecas veneraron al generoso Quetzalcóatl, el dios amigo de los hombres, el dios que les trajo el maíz


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13 diciembre 2005

La leyenda de Té de Longjing


En tiempos muy antiguos, en un valle había una pequeña aldea donde sólo vivían diez familias. Esta aldea se llamaba Longjing. En las pendientes, se cultivaban cereales, y en las montañas, se plantaban árboles y bambú. Pero, a pesar del arduo trabajo de los aldeanos, apenas si tenían para vivir. Fuera de la aldea, en una choza, vivía una anciana. Ya no le quedaban fuerzas para dedicarse a las faenas del campo. Lo único que podía hacer era cuidar 18 viejos arbustos de té que su esposo había plantado hacía decenas de años. Por falta de buen abono y cuidado, el rendimiento era muy pobre: sólo unos cuantos kilos de té al año. Esta anciana era muy buena. Prefería pasar la vida llena de privaciones a cambio de tener siempre té para los viajeros. Había construido dos bancos bajo el cobertizo y todos los días invitaba a unos cuantos viajeros que pasaban en frente de su casa a tomar té. Una día, en víspera del Año Nuevo, cuando la nieve cubría los campos, todos los aldeanos preparaban comidas para los festejos, menos la anciana que no tenía con qué preparar nada. Sólo le quedaba un poco de té. Siguiendo con su costumbre comenzó a preparar té para los viajeros. En ese momento volvió la cabeza y vio un viejo cubierto de nieve que abría la puerta de la casa. La anciana lo invitó a pasar. -Dese prisa. ¡ Entre! Hoy hace mucho frío. -El viejo se sacudió la nieve y fue a sentarse frente a la chimenea. -¿Qué está preparando?-le preguntó a la anciana. -Té. -¿Sólo té? Si hoy estamos en vísperas de Año Nuevo y todo el mundo está preparando -comida.¿Por qué usted...? -¡Ay!, vivo sola y soy muy pobre. No tengo nada para preparar. Sin embargo, he decidido invitar a los viajeros a tomar té. Esta es la única obra buena que puedo hacer en beneficio de los demás. -Pero usted no es pobre, no. Fuera de su casa tiene usted un tesoro-le dijo el anciano riéndose. La anciana abrió la puerta y alargando el cuello miró hacia fuera: todo permanecía igual. Ahí estaba el cobertizo, los dos bancos, y en una esquina, un mortero de piedra lleno de basura de muchos años. -Sí, allí está el tesoro-dijo el viejo indicando el mortero gastado. -Por favor, no haga ninguna broma. Nadie que esté en su sano juicio puede creer que un mortero como ese sea un tesoro. Si le gusta, lléveselo a su casa. -No, de ninguna manera. No puedo llevarme un tesoro sin pagarle nada. Véndamelo por favor. En seguida, voy a llamar a la gente para que me lo lleven. Salió contento de la casa y se fue caminando bajo la nieve. La anciana, avergonzada por la suciedad del mortero, decidió limpiarlo. Primero sacó la basura y la enterró cerca de las raíces de los 18 arbustos de té. Luego, con agua lo limpió dentro y fuera. Finalmante, echó el agua sucia sobre las raíces de los arbustos. En ese instante, volvió el viejo acompañado con unas personas. -¡Ay! ¿Dónde está el tesoro? ¿Qué ha hecho con él?-gritó el viejo al ver el mortero tan limpio. -¿Acaso no está aquí?-dijo la anciana un poco confusa. -Yo le pregunto por las cosas que estaban dentro de él-le contestó. -Oh, la basura. La he enterrado cerca de las raíces de los arbustos de té. El anciano lo sintió mucho -¡Qué lástima! El valor del tesoro estaba justamente dentro de la basura de tantos años. Ya que la ha enterrado sin saber lo que era, esto beneficiará a los arbustos de té y podrá seguir haciendo su obra de bien. Y el viejo salió con las demás personas. Pasó el Año Nuevo y llegó la primavera. Los 18 arbustos brotaron copiosamente. Las hojas que recogió eran de una textura delicada y aromáticas. Los vecinos propusieron a la anciana sembrar las semillas de estos arbustos en la montaña luego de talar los árboles, bambús y cosechar el grano. Y así, con el paso del tiempo, Longjing se cubrió totalmente de arbustos de té. Este té, que se producía en estas montañas, se diferenciaba de los otros por su sabor especial, su delicadeza y su aroma peculiar, empezó a ser conocido en todo el país con el nombre de té de Longjing. Precisamente, por esta historia, los productores de té afirman hasta hoy día que los 18 arbustos de la anciana son los antecesores del Té de Longjing



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11 diciembre 2005

La inquietante leyenda de la Calavera


Erase una vez un granjero que solo tenia un hijo, el cual murió y el padre no quiso ir al entierro ya que había tenido una disputa con el. Pasado un tiempo murió un vecino y el fué a su entierro y después de la ceremonia encontrándose aun el granjero en el Campo Santo, mirando distraídamente una fosa vió una calavera, la cogió indolente y le preguntó pensativo: -Debiste ser una persona apuesta en tu juventud y me gustaría saber algo mas de ti.

Y la calavera hablo y esto fue lo que le dijo: - Mañana iré a pasar la noche contigo, si tu vienes a pasar otra noche conmigo. -Así lo haré. -Dijo el granjero. En el camino de vuelta se encontró con el cura y le comentó lo sucedido. El párroco le dijo que debería de haber soñado ya que las calaveras no hablaban. Y el granjero le citó a la próxima noche junto con la visita de la calavera, a la que el sacerdote accedió también a ir.

Así, que a la siguiente noche estaba el granjero junto con el cura esperando a la calavera. Al poco tiempo llamaron a la puerta y apareció la calavera. Se subió a la mesa y se comió toda la cena que sobre ella había. después de eso volvió a salir y desapareció. - ¿Por que no le ha hablado? inquirió el granjero al cura. -¿Por que no lo hiciste . respondió el clerigo. A la noche siguiente tal como habia convenido con la calavera, el granjero acudió al cementerio, y al no ver nada descendió tres peldaños que estaban junto a la Iglesia.

De pronto se encontró en medio de un campo, lleno de hombres que luchaban entre si con palas y hoces. Al ver al granjero le preguntaron por si buscaba al craneo, al asentir este le dijeron: - Se acaba de ir al campo de al lado. Y en el otro campo vio a hombres y mujeres que luchaban entre si. ¿Esta buscando un craneo, le preguntaron?, Pues bien se acaba de ir al campo de al lado.
Y el granjero fué al campo de al lado y en el vió una gran casa, despues de entrar en ella vió un fuego en un hogar y en la habitacion habia una dama y una criada. Y la dama caminaba de un lado a otro de la habitacion, y cada vez que se acercaba al fuego a calentarse, la criada la apartaba de el. Tambien le preguntaron si buscaba un craneo y que si era asi que fuera a una puerta a la izquierda de la habitacion, que entrara por la misma y que alli hallaria el craneo, y asi lo hizo el granjero.


Al entrar en la habitacion contigua se encontró con la calavera y esta le preguntó si queria cenar, al asentir el granjero, la calavera lo condujo a la cocina, en ella estaban tres mujeres y la calavera le pidió a una de ellas que le sirviera cena, y esta cogio pan moreno y una jarra de agua y se lo sirvió al hombre, el cual desistió de comer aquello.

A continuación el craneo le pidió a la segunda mujer que hiciera lo mismo, y aquella mujer aun sirvió peor al granjero por lo que este de nuevo desistió de cenar. Por fin la calavera le pidió a la tercera mujer que sirviera al granjero y esta sirvió al granjero una opipara cena con profusion de viandas y esplendorosos vinos.

Despues de cenar el granjero le preguntó al craneo que significaba todo lo que habia visto y este le respondió: - Los hombres que viste en el primer campo solian luchar entre si cuando estaban vivos, por que tenian tierras cerca unos de otros y acostumbraban a mover las estacas y ahora tienen que luchar entre si por siempre jamas. Los hombres y las mujeres que viste eran parejas casadas que solian pelear entre si y ahora deberan de seguir peleando siempre. La señora que viste en la casa no dejaba en vida que la criada se acercase al fuego cuando volvia mojada y con frio y queria calentarse, y ahora la criada le hace lo mismo a ella y eso seguira hasta el dia del Juicio Final.

En cuanto a las tres mujeres de la cocina-añadió- esas eran mis tres esposas. Cuando le pedia a la primera que me preparara la cena solo me daba pan moreno y agua. Cuando le pedia comida a mi segunda esposa aun era peor como has visto. Pero la tercera a mis ruegos me servia el banquete que tu has cenado. La calavera miro lugubremente al granjero y le dijo: -En cuanto a ti, has sido traido hasta este lugar por no querer ir al funeral de tu hijo por haber estado enfadado en vida con el, sin embargo si fuiste al entierro de un vecino. Asi que ahora te sugiero que si te quieres salvar vayas hasta donde esta enterrado tu hijo y pidele perdon, quizas lo obtengas, y no dejes de olvidar que desde que saliste de casa hasta llegar aqui han transcurrido setecientos años.

El granjero, quedó petrificado, y como despertando de un sueño se vió caminando hacia el cementerio, por los lugares que el antes circulaba y que habian cambiado de fisonomia por el tiempo transcurrido. Al fin llegó al cementerio, y pese a lo cambiado que estaba, pudo localizar la tumba de su hijo, alli se arrodilló y se arrepintió y pidió perdon. El perdon de su hijo. Hasta que por ultimo surgio una mano de la tumba y cogió la suya, y el y su hijo subieron juntos al cielo...
(leyenda celta)

Fuente: experienciacelta.com


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10 diciembre 2005

Leyenda del Muérdago


Cuando Balder, dios de la primavera, era apenas un niño, su madre, Frigga, diosa del amor y la belleza, tuvo un sueño en el que se le alertaba sobre la muerte de su hijo, advirtiéndole que al momento que esto ocurriera, todo ser viviente sobre la tierra perecería con él. Alarmada por dicha amenaza, Frigga habló con los cuatro elementos y todo ser viviente, haciéndoles prometer que nada ni nadie le haría daño. Sin embargo, a Frigga se le olvidó acercarse al muérdago por considerarle insignificante e inofensivo. El malévolo dios Loki se aprovechó de la oportunidad y elaboró una lanza con punta de muérdago para quitarle la vida al pequeño.
Con su muerte, se cumplió la profecía, y al instante, el cielo palideció, las plantas comenzaron a morir, a la par que el planeta se iba envolviendo por primera vez en la crudeza del invierno. Frigga lloraba desconsoladamente. Conmovidos, los dioses le devolvieron la vida a su hijo, no sin antes castigar a la pequeña planta por haber causado tanta desdicha.
Por su parte, una vez devuelto a la vida y como muestra de amor y agradecimiento a su madre, Balder ordenó que en adelante, cada vez que una pareja pasase bajo una rama de muérdago, debía besarse para perpetuar el amor en la tierra.

(leyenda escandinava)


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El café

Al morir el viejo maestro con el que Omar peregrinaba hacia la Meca, a consecuencia del cansancio, antes de expirar, le dijo que cuando se desprendiera su alma del cuerpo, se le aparecería un espectro al cual debería obedecer en todo lo que le mandara. Así sucedió la noche siguiente, y el espectro, delante de los ojos asustados de Omar, hizo brotar una fuente de la cual debería llenar su cuenco y seguir su camino pendiente de pararse donde el agua empezara a agitarse, porque allí pasarían cosas prodigiosas.
Fue al llegar a la ciudad de Moka cuando Omar observó que el agua se agitaba, al mismo tiempo que veía cómo los ciudadanos de Moka padecían una enfermedad mortal extraña. Hombre de natural piadoso, adquirió fama de santo porque curaba milagrosamente los enfermos a quienes oraba sobre sus cabezas. Precedido por esta fama fue llamado a palacio para curar a la hija del rey. Omar curó a la princesa, pero se enamoró de ella con tanta pasión que se propuso raptarla y llevarla consigo. El rey se enteró de las intenciones del enamorado y lo desterró al desierto, en el que, para desdicha suya, sólo había una cueva donde pasar la noche y unas pocas hierbas de mal sabor con que satisfacer el hambre.
Una mañana, Omar oyó el trino de un pájaro que estaba apoyado sobre una rama de un extraño arbusto con flores blancas y un fruto rojizo oscuro. Decidió probarlo y lo encontró tan delicioso que a partir de ese instante fue su sustento diario.
Narra la leyenda que aquella planta era un cafeto y que, con sus infusiones, Omar no sólo consiguió sobrevivir en la soledad del desierto, sino que además observó que tenía la propiedad de curar ciertas enfermedades, lo que hizo que la fama de esta planta se extendiese por todas partes. Informado el rey de este prodigio, le permitió volver a la corte y le regaló un precioso palacio.
(leyenda Arabe)


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07 diciembre 2005

El pillán y el sacrificio de Licarayén


Para los huilliches no hay nada más perverso que el demonio Pillán. Odia a los seres humanos. Desde el Peri Pillán los espía incesantemente porque no puede soportar verlos felices, gozando de una vida que, como ente maligno, el jamás podría tener. Corroído por el odio, habita las tinieblas en la soledad más espantosa.

Así las cosas, refiere la leyenda que en una apacible aldea huilliche vivía Licarayén, la hija del cacique. Y ella no era solo la más hermosa por fuera, sino también lo era por dentro; y todos la amaban por su gran bondad. La joven estaba lista para casaese con Quiltralpique, joven gallardo y noble que había ganado su corazón. Esperaban para ello que la luna les diera la señal propicia. El pueblo se aprestaba para la feliz boda. Según la machi, nacerían de ambos hijos buenos y hermosos que como ellos traerían bendiciones a todos.

Sin embargo, el ojo del Pillán se posó en aquella región y al punto descargó sobre ella toda suerte de calamidades: el volcán comenzó a expulsar fuego y lava por todos lados, arrasando sembradíos, bestias, rucas y gentes: el mar se salió de madre, la tierra tembló con violencia. La peste se ensañó con los que habían logrado escapar con vida. Entre estos últimos el cacique, si hija y su prometido. En vano todos elevaban sus clamores en ritos y machitunes y parecía que la raza huilliche desaparecía de la faz de la tierra.

Entonces se presentó ante ellos un anciano quien les dijo que lo que había que hacer para derrotar al Pillán era sacrificar a la doncella mas hermosa, pura y buena de la región, arrancándole el corazón del pecho y depositándolo en la cima del cerro más elevado.

Pronto los huilliches descubrieron que ¡La única doncella que reunía todas estas cualidades era Licarayén!

De nuevo la princesita demostró su grandeza de espíritu: si la paz y el bienestar de su pueblo dependían de ella, ella ofrendaba su vida con alegría.

Y así, le fue preparado un lecho donde se tendió plácidamente y pidió que Quitralpique fuese quien le arrancara el corazón. Este traspasó con su lanza el pecho de su bien amada y después su propio pecho, para seguir así unidos en la muerte.

El anciano, seguido por el pueblo, depositó el corazon envuelto en una rama de canelo, sobre la cima del cerro más alto. Surgió entonces en el aire un cóndor gigantesco que, cogiéndolo entre sus garras y elevándose raudo, lo dejó caer por la boca del volcán que ahora se llama Osorno y que, en aquel entonces, se le conocía como Peripillán. Al instante, las hojas de canelo se convirtieron en copos de nieve, y una tupida nevazón los cubrió totalmente. Luego, tras derretirse en parte la nieve, nacieron los lagos Llanquihue, Todos los Santos, Chapo y Reloncaví.

El anciano forastero aconsejó a los huilliches guardar las tradiciones de su raza, trabajar y no caer en vicios ni odios. Así estarían a salvo de las garras del Pillán quien, aunque vencido, espera la ocasión para vengarse de su encierro del cual, de tanto en tanto, intenta liberarse provocando temblores intensos.
(leyenda huilliche)

Fuente: Leyendas de siempre, Bibliográfica Internacional


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Conjuro Sioux


Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux, que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu. -Nos amamos...- empezó el joven. -Y nos vamos a casar... - dijo ella- Y nos queremos tanto que tenemos miedo... queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán... algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos... que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte. - Por favor... -repitieron – hay algo que podamos hacer? El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes... tan enamorados...y tan anhelantes esperando su palabra... -Hay algo... -dijo el viejo- pero no sé...es una tarea muy difícil y sacrificada... Nube Azul... ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos... deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte... si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de luna llena... ¿Comprendiste? -Y tú, Toro Bravo...-siguió el brujo- deberás escalar la montaña del trueno... cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva...el mismo día en que vendrá Nube Azul... ¡Salgan ahora! Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada... ella hacia el norte y él hacia el sur... El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves solicitadas. El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas... eran verdaderamente hermosos
ejemplares... - ¿Y ahora qué haremos...? -preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre? -No – dijo el viejo. -¿Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne? - propuso la joven. -No – repitió el viejo.- Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con esta tiras de cuero... cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres...

El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros... el águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. Unos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse... - Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto... son ustedes como un águila y un halcón: si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, vuelen juntos pero jamás atados.

(Escucha los sonidos paganos)

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03 diciembre 2005

La Zampoña


Cuenta la leyenda que el dios Pan se enamoró de la ninfa Siringa que paseaba por los bosques danzando y cazando con su arco. Un día, Pan la persiguió hasta que el río Ladón se interpuso en su camino, pero la ninfa, viéndose amenazada, pidió socorro a las náyades, quienes la transformaron en caña. Pan, muy desconsolado, se percató de que el viento silbaba al pasar por la caña y pensó que eran los lamentos de la ninfa. Decidió cortar la caña y unió los trozos con cera; construyó así su siringa (flauta) para tocarla cuando la pasión y el deseo lo poseían. Conservada en la caverna de Diana, después de la muerte de Pan, esta flauta podía probar la virginidad de una muchacha por su sonido.

Quizas al mismo tiempo en America...


Cuenta la leyenda de aquel cañaveral, que un viejo campesino, de vuelta a casa, pudo escuchar los sonidos del viento colándose en las cañas quebradas y acariciando el oído con un sinfin de notas cual orquesta singular.
A la mañana siguiente, comenzó a construir un curioso órgano de viento disponiendo caños en grupos de diferentes tamaños a lo largo de ese lado de la loma donde el Dios de los vientos hacía patente su presencia meciendo las hojas de las cañas y desgranando de ellas un dulce llorar...

(Escucha los sonidos paganos)



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02 diciembre 2005

Las frutillas


Cuenta una hermosa leyenda Cherokee que el Gran Espíritu creó al hombre y a la mujer, les entregó la tierra con todas sus maravillas y pensó que se sentirían felices, vivirían en paz y fundarían una gran familia.Pero no pasó mucho tiempo antes de que la pareja comenzara a reñir. La mujer gritaba al hombre y el hombre gritaba a la mujer. Ninguno de los dos parecía hacer nada bien a los ojos del otro, y eran tan amargos los reproches y duras las palabras que finalmente la mujer decidió abandonarlo.Por un tiempo el hombre solo se sintió tranquilo pero pronto empezó a echar en falta a su compañera y se entristeció. El Creador le preguntó si le gustaría que la mujer volviera a su lado y el hombre dijo que nada deseaba más y el Creador prometió traerla de vuelta. Ella salía todos los días a recoger frutas y bayas con que alimentarse y el Creador hizo que nacieran en su camino arbustos colmados de arándanos pero ni los miró. Luego, llenó la ribera del arroyo de zarzas de las que pendían grandes y dulces moras pero tampoco se sintió interesada.Más tarde fueron las frambuesas y muchas más frutas silvestres pero no hacía ningún caso, hasta que el Creador hizo aparecer las fresas. La mujer vio una gran mata plagada de frutos rojos y brillantes y quiso probarlos. Se agachó, recogió unos pocos y los comió con deleite. Eran tan dulces y frescos, tan suave su sabor que pensó; "Al hombre le gustaría mucho comer estas frutas", y llenando el cestillo que traía volvió al lado de su pareja para ofrecérselas y disfrutarlas en su compañía.Así se originaron las fresas y el Creador logró que el hombre y la mujer volvieran a estar juntos.
(Leyenda Cherokee)


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