20 agosto 2008

Ícaro


Cuenta la leyenda, qué Minos, el rey de Creta encarga a Dédalo (un famoso arquitecto griego), que construyera el laberinto de Creta, con la finalidad de encerrar al Minotauro.
Cuando Minos se entera que Dédalo le había contado a Ariadna el secreto para que Teseo saliera del laberinto, decide dejarlo encerrado a él y a su hijo Ícaro en el laberinto.

Con la intención de escapar del laberinto, Dédalo construye unas alas, para él y su hijo. Éstas estaban hechas de plumas de pájaros unidas con lino y cera que encontró en panales de abeja. Las ató a los brazos de Ícaro y luego en los suyos e iniciaron el vuelo.
Dédalo había advertido a su imprudente hijo que no volara demasiado bajo ya que el mar mojaría las plumas y las haría pesadas ni demasiado alto porque el sol derretiría la cera y eso provocaría la destrucción de las alas.

Dédalo voló delante de Ícaro, mientras éste fascinado por la belleza del cielo y alentado por el canto de los pájaros, se elevó cada vez más cerca del sol. El calor comenzó a derretir la cera que unía las plumas y éstas empezaron a desprenderse hasta que Ícaro cayó al mar.

Cuando su padre miró atrás, solo vio lo que quedaba de un par de alas flotando en el mar, más jamás encontró a su hijo. Desde entonces ese mar se conoce como Icaria.


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