En tiempos muy antiguos, en un valle había una pequeña aldea donde sólo vivían diez familias. Esta aldea se llamaba Longjing. En las pendientes, se cultivaban cereales, y en las montañas, se plantaban árboles y bambú. Pero, a pesar del arduo trabajo de los aldeanos, apenas si tenían para vivir. Fuera de la aldea, en una choza, vivía una anciana. Ya no le quedaban fuerzas para dedicarse a las faenas del campo. Lo único que podía hacer era cuidar 18 viejos arbustos de té que su esposo había plantado hacía decenas de años. Por falta de buen abono y cuidado, el rendimiento era muy pobre: sólo unos cuantos kilos de té al año. Esta anciana era muy buena. Prefería pasar la vida llena de privaciones a cambio de tener siempre té para los viajeros. Había construido dos bancos bajo el cobertizo y todos los días invitaba a unos cuantos viajeros que pasaban en frente de su casa a tomar té. Una día, en víspera del Año Nuevo, cuando la nieve cubría los campos, todos los aldeanos preparaban comidas para los festejos, menos la anciana que no tenía con qué preparar nada. Sólo le quedaba un poco de té. Siguiendo con su costumbre comenzó a preparar té para los viajeros. En ese momento volvió la cabeza y vio un viejo cubierto de nieve que abría la puerta de la casa. La anciana lo invitó a pasar. -Dese prisa. ¡ Entre! Hoy hace mucho frío. -El viejo se sacudió la nieve y fue a sentarse frente a la chimenea. -¿Qué está preparando?-le preguntó a la anciana. -Té. -¿Sólo té? Si hoy estamos en vísperas de Año Nuevo y todo el mundo está preparando -comida.¿Por qué usted...? -¡Ay!, vivo sola y soy muy pobre. No tengo nada para preparar. Sin embargo, he decidido invitar a los viajeros a tomar té. Esta es la única obra buena que puedo hacer en beneficio de los demás. -Pero usted no es pobre, no. Fuera de su casa tiene usted un tesoro-le dijo el anciano riéndose. La anciana abrió la puerta y alargando el cuello miró hacia fuera: todo permanecía igual. Ahí estaba el cobertizo, los dos bancos, y en una esquina, un mortero de piedra lleno de basura de muchos años. -Sí, allí está el tesoro-dijo el viejo indicando el mortero gastado. -Por favor, no haga ninguna broma. Nadie que esté en su sano juicio puede creer que un mortero como ese sea un tesoro. Si le gusta, lléveselo a su casa. -No, de ninguna manera. No puedo llevarme un tesoro sin pagarle nada. Véndamelo por favor. En seguida, voy a llamar a la gente para que me lo lleven. Salió contento de la casa y se fue caminando bajo la nieve. La anciana, avergonzada por la suciedad del mortero, decidió limpiarlo. Primero sacó la basura y la enterró cerca de las raíces de los 18 arbustos de té. Luego, con agua lo limpió dentro y fuera. Finalmante, echó el agua sucia sobre las raíces de los arbustos. En ese instante, volvió el viejo acompañado con unas personas. -¡Ay! ¿Dónde está el tesoro? ¿Qué ha hecho con él?-gritó el viejo al ver el mortero tan limpio. -¿Acaso no está aquí?-dijo la anciana un poco confusa. -Yo le pregunto por las cosas que estaban dentro de él-le contestó. -Oh, la basura. La he enterrado cerca de las raíces de los arbustos de té. El anciano lo sintió mucho -¡Qué lástima! El valor del tesoro estaba justamente dentro de la basura de tantos años. Ya que la ha enterrado sin saber lo que era, esto beneficiará a los arbustos de té y podrá seguir haciendo su obra de bien. Y el viejo salió con las demás personas. Pasó el Año Nuevo y llegó la primavera. Los 18 arbustos brotaron copiosamente. Las hojas que recogió eran de una textura delicada y aromáticas. Los vecinos propusieron a la anciana sembrar las semillas de estos arbustos en la montaña luego de talar los árboles, bambús y cosechar el grano. Y así, con el paso del tiempo, Longjing se cubrió totalmente de arbustos de té. Este té, que se producía en estas montañas, se diferenciaba de los otros por su sabor especial, su delicadeza y su aroma peculiar, empezó a ser conocido en todo el país con el nombre de té de Longjing. Precisamente, por esta historia, los productores de té afirman hasta hoy día que los 18 arbustos de la anciana son los antecesores del Té de Longjing
Eduardo Galeano
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Esta parte reservada del ciberespacio siempre se ha nutrido de tus palabras
paganas. Se te echará de menos.
Hasta siempre Eduardo!
Hace 9 años.
5 comentarios:
Hermosa leyenda y muy bueno el Blog, de verdad muchas felicidades!!!
Me uno a la lista de fanáticos del té...pero es un vicio sano ;)
Veo que leyendas paganas va creciendo...estoy muy contenta de formar parte de él =D
saludos, que bueno que gustó la leyenda de la calavera!
un saludo, Mikamy
PD: QUERIAMOS PRIMERA VUELTA! jeje
Excelente blog...justo lo que andaba buscando para matar mis largos ratos de ocio...
Saludos
Gracias por venir Dana y Miss X y gracias por sus comentarios. Mika, nosotros tambien estamos contentos de tenerte en el equipo.
Sebinsky, bienvenido, disfruta la lectura, nos alegramos de que te guste el blog :)
Muy bien cuidado blog.
Siempre me ha impresionado que las leyendas, por muy ajenas a la humanidad que parezcan, son antropomórficas, con un legado para nuestra alma, como esta sobre el té.
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